lunes, 5 de abril de 2010

Gregorio VII me debe un día...

- Buenos días, ¿en qué puedo ayudarle?
- Buenos días, señorita. Vengo a cobrar los días que me deben.
- ...¿Cómo dice?
- Sí, los días que me deben. Me debe, exactamente... dos días y seis horas. ¡Ah! Y cinco minutos... pero se los dejo en propina.
- O.o

Sí, parece estúpido, pero no, no es un chiste. Quizás aparenta serlo por el emoticón que puse al final, pero sólo es algo decorativo. Lo cierto y efectivo es que a todos nos están debiendo... un par de días.
("¿Qué está hablando este weón?")
¿No me creen? Déjenme que les cuente a qué me refiero.
¿Saben lo que es un calendario? No me refiero al que tiene fotos y sirve para contar los feriados, me refiero al concepto de Calendario. En sencillas palabras, es una manera de ordenar cíclicamente el tiempo, rigiéndose de la periodicidad de ciertos acontecimientos celestes. Por ejemplo, los hay solares, lunares, trópicos. No es tan fácil de hacer como parece, porque, si bien es bien fácil medir el tiempo que dura un día (ya que el Sol sale y se pone), realmente no es tan fácil luego hacer "grupos de días", porque mientras la tierra gira sobre sí misma (asumimos el modelo copernicano del cielo) en un tiempo x, el tiempo que la luna gira en torno a la tierra o esta última en torno al sol no es divisible exactamente en ese tiempo x. Lo que quiere decir que la tierra rota a un ritmo y se traslada a otro.
Ah, ¡eso ya lo saben! lo enseñan en los colegios. Y probablemente saben también por qué, cada cuatro años, Febrero gana un día más.
Los años biciestos son una verdadera maravilla del ingenio humano. Como alguien bien notó, la traslación terrestre dura 365 días y, aproximadamente, 6 horas. Si los días duran 24 horas, cada cuatro años habríamos residuado 24 horas, y ese día entero se lo gana Febrero para "refrescar" las horas residuales, y poder seguir la cuenta desde 0.
(Si alguien ya lo notó, sí, efectivamente, el año nuevo después de un año biciesto es en realidad a las 6 de la mañana del 31 de Diciembre; al Año siguiente, es al mediodía del 31 de Diciembre, luego a las 6 de la tarde, y en el año antes del Biciesto, sólo entonces coincide con la madrugada del 1 de Enero... Pero es mejor que eso no se sepa, porque... ¿Cómo nos carretiamos el año nuevo con esas horas?)
Bueno, el genio que notó eso de los años biciestos en realidad fueron varios genios, pero todos pagados por un compadre llamado Gregorio que, como podrán imaginar, era Papa, y vivía en Europa allá por el siglo XVI.
Resulta que este compadre antes de inventar su espectacular calendario, usaba el calendario que Julio César había inventado mucho tiempo antes. Y llegó el año 1582 en el calendario juliano, y el papa, como era costumbre, tenía que fijar la Semana Santa. Entonces según lo acordado en un concilio en el siglo IV, sería una semana después de la luna llena después del equinoccio de Primavera, que ocurría el 21 de Marzo.
Pero sus inteligentes astrólgos, al ver que terminaba Febrero y ya no había pinta de Invierno casi, se extrañaron, y salieron al campo y con sus instrumentos se pusieron a mirar las estrellas y...
¡Virgen Santa! Corrieron a decirle al Papa: Su Santidad, el Equinoccio va a ocurrir... el 11 de Marzo.
"¿Qué tontera me estás diciendo?" gritó Gregorio VII enfurecido.
"Pero señor, es cierto; el sol está casi en el punto del cielo en que ocurre el equinoccio... y eso ocurrirá el 11 de Marzo.
Asombrado pero no muy convencido, Gregorio mandó a que revisaran sus inteligentes cristianos qué estaba mal.
Sus astrologos y curitas inteligentes revisaron todos los pergaminos y papeles que tenían y descubrieron algo muy curioso; Un año no duraba días exactos. Eso, en todo caso, ya lo sabían, porque, igual como nosotros tenemos el 29 de Febrero, ellos también tenían días extra y cosas así para rematar las diferencias... el problema es que, al parecer, don Julio César, cuando contó el tiempo de traslación e inventó su calendario... contó mal.
En efecto, los astrólogos de Gregorio, atónitos, descubrieron que del año 325 (en que el equinoccio había sido el 21 de Marzo) al corriente año 1582, esos minutitos de más, minutitos de menos, se habían ido juntando... juntando... ¡Y ya contaban diez días!
¡DIEZ DÍAS! Durante más de mil años, ¡juntaron DIEZ DÍAS!!!
Enojado, Gregorio VII mandó que se inventara un calendario mejor, así que asignó a sus curitas para que le inventaran algo que funcionara mejor que esa porquería inventada por Julio César ("¡Pagano!" murmuraba entre dientes mientras se masajeaba la frente).
¡Manos a la obra! Al final el calendario que esos buenos hombrecitos inventaron no fue otro que el hermoso calendario que tenemos nosotros y que, a diferencia del otro, necesita algo así como 3.300 años para recién juntar 1 día con los conchitos de minutos.
Bien, ahora el calendario estaba listo, el problema era ponerlo en marcha. Recordemos que sin internet, sin televisión, es un poco difícil que todo el mundo arregle la fecha de una patada.
Pero Gregorio fue inteligente, y ordenó que se difundiera con anticipación la fecha en que un calendario saltaría al otro.

Así, de acuerdo a su plan, en cuanto terminara el 4 de Octubre de 1582, comenzaría el 15 de Octubre del Calendario Gregoriano, porque, esos diez días, técnicamente ya habían pasado.
Pero entonces ocurrió algo bastante gracioso; Gregorio y sus amigos movieron el calendario en la fecha acordada y se quedaron tranquilos de que sus fiestas religiosas estaban bien colocadas... pero... parece que no todos entendieron al vuelo la instrucción papal...
Por decir...
Los Franceses se demoraron un poco. Como se les había olvidado, recién el 9 de Diciembre se saltaron al 20.
En Paises Bajos también demoraron, y saltaron del 17 al 28 de ese mes, o del 21 al 1 de Enero en otras partes. Vale decir, esa gente no tuvo ni Navidad ni año nuevo ese año...
En Alemania la gente no pescó ni en bajada a Gregorio, y demoraron un año entero en decidirse a hacer el cambio de calendario.
En América también demoramos mucho, porque nos llegaron tarde con el recado.
Cuento corto, sumando y sumando minutitos del cambio de calendario, (porque tampoco eran DIEZ DIAS justos los que se había corrido el calendario juliano), y porque Gregorio consideraba que sumar 10 era más fácil que sumar 11 o 12 (como se cree que era el desfase real), en ese peculiar año 1582-83 nos robaron, como si nada, poco más de un día.
Es una desgracia que, a diferencia de mi socio del primer párrafo, realmente no haya a dónde ir a cobrar nuestras horas perdidas. Pero creo que sería cómodo, por ejemplo, cobrar ese día después de un cumpleaños, o a un día de devolver una película en Blockbuster, o un día antes de una prueba...

Me acordé de eso con motivo de Semana Santa, porque si los católicos todavía pueden fijarnos ese bendito feriado en viernes, es gracias a la gestión de Gregorio. Reflexionen acerca del día perdido, sobre todo si creen que el mundo se acaba al final del calendario Maya... porque, como dice la canción,

Wayfarer, hartlander
What if I only had
One more night to live?


Investiguen de estas cosas, es bastante entretenido. Que tengan todos una buena semana.
Inti Målai Perdurabo