Abriendo sus ojos a una mañana perfilada como la más luminosa, la más bella, la más serena y dulce de todas, saluda a su destino con una reverencia y una sarcástica sonrisa.
“¡Heme Aquí!” piensa, “parado sobre estos mismos dos pies, sobre esta misma tierra, -que es una sola- y mirando a esta misma mañana que todos los días me viene a buscar. Hoy voy a salir, y voy a salir a volar”.
Se despabila, con premura, con alegría. Se lava la cara y saluda a la mañana que le sonríe desde el otro lado de la ventana.
Despliego mis Alas – y no soy un pájaro.
Pulcras, mis plumas, a la brisa y a la luz con ternura acarician.
Se sube al alféizar de una vieja ventana – resiente el vértigo de la última vez.
Y repica en su mente la misma voz de siempre:
NO SABES ESCRIBIR, NO SABES ESCRIBIR, NO PUEDES ESCRIBIR…
Despliega sus alas – no es un pájaro.
Es como un ángel – pero no tiene Dios al que servir.
Y parece contento y decidido. Y no cierra los ojos – antes se deja encandilar por la luz.
Aristóteles toma forma de columna verdosa y grotesca desde el pliego de fotocopias, y le dice palabras en griego. Pero él no da vuelta la vista.
Un Modelo más hermoso – feliz – gira del otro lado de la ventana. Un sol le da la bienvenida; un rendez-vous a través de la luz.
Y la misma voz de siempre:
NO SABES ESCRIBIR, NO SABES ESCRIBIR, NO SABES ESCRIBIR…
Y él sonriente como siempre, levanta un dedo, sopesa el viento, y vuelve a levantar los ojos felices.
Un lápiz levanta oreja. Una hoja comienza a temblar. Como el viento susurrante de la prolegómenos del huracán, comienzan de a poquitito a sentir que se viene acercando, nuevamente, un ser completamente fantástico y maravilloso a través del aire. Un amigo a través del tiempo.
Y la misma voz de siempre:
NO SABES ESCRIBIR, NO SABES ESCRIBIR, NO SABES ESCRIBIR…
Y entonces, un nombre, sólo un nombre, mana de sus labios como zarigüeya en busca de comida – presta a devorar a los fantasmas.
La zarigüeya se convierte en serpiente; la serpiente se convierte en dragón; el dragón devora a todos los fantasmas, luego se echa en tierra y muere; el cadáver del dragón se hace negro, se hace blanco… se hace rojo.
Del centro del cadáver del dragón brota un tubérculo – como la papa.
Él estalla en carcajadas, ¡Salta por la ventana!
Un tubérculo se deja germinar a sí mismo. Una novísima primavera brota de nuevo, cientos de veces, en cientos infinitos infiernos, y los llena de colores y dulzor. Un vapor acaramelado llena el cuarto. Aristóteles se caga de la risa.
Él vuelve a volar, el lápiz salta de alegría, la página se entrega por entera, ¡oh, resurrección!
Sí, Sí, Sí, el fuego, el agua, el aire, el mundo. El Alado ser fantástico y maravilloso se pierde entre las estrellas, contento de poder volver a volar.
Contento de poder volver a escribir.
…Alguien merodea por los resucitados pasillos de su Ópera.
Inti Målai Perdurabo
Palomitas de Maíz (Gershon Kingsley cover) - Visconti*Sforza
“¡Heme Aquí!” piensa, “parado sobre estos mismos dos pies, sobre esta misma tierra, -que es una sola- y mirando a esta misma mañana que todos los días me viene a buscar. Hoy voy a salir, y voy a salir a volar”.
Se despabila, con premura, con alegría. Se lava la cara y saluda a la mañana que le sonríe desde el otro lado de la ventana.
Despliego mis Alas – y no soy un pájaro.
Pulcras, mis plumas, a la brisa y a la luz con ternura acarician.
Se sube al alféizar de una vieja ventana – resiente el vértigo de la última vez.
Y repica en su mente la misma voz de siempre:
NO SABES ESCRIBIR, NO SABES ESCRIBIR, NO PUEDES ESCRIBIR…
Despliega sus alas – no es un pájaro.
Es como un ángel – pero no tiene Dios al que servir.
Y parece contento y decidido. Y no cierra los ojos – antes se deja encandilar por la luz.
Aristóteles toma forma de columna verdosa y grotesca desde el pliego de fotocopias, y le dice palabras en griego. Pero él no da vuelta la vista.
Un Modelo más hermoso – feliz – gira del otro lado de la ventana. Un sol le da la bienvenida; un rendez-vous a través de la luz.
Y la misma voz de siempre:
NO SABES ESCRIBIR, NO SABES ESCRIBIR, NO SABES ESCRIBIR…
Y él sonriente como siempre, levanta un dedo, sopesa el viento, y vuelve a levantar los ojos felices.
Un lápiz levanta oreja. Una hoja comienza a temblar. Como el viento susurrante de la prolegómenos del huracán, comienzan de a poquitito a sentir que se viene acercando, nuevamente, un ser completamente fantástico y maravilloso a través del aire. Un amigo a través del tiempo.
Y la misma voz de siempre:
NO SABES ESCRIBIR, NO SABES ESCRIBIR, NO SABES ESCRIBIR…
Y entonces, un nombre, sólo un nombre, mana de sus labios como zarigüeya en busca de comida – presta a devorar a los fantasmas.
La zarigüeya se convierte en serpiente; la serpiente se convierte en dragón; el dragón devora a todos los fantasmas, luego se echa en tierra y muere; el cadáver del dragón se hace negro, se hace blanco… se hace rojo.
Del centro del cadáver del dragón brota un tubérculo – como la papa.
Él estalla en carcajadas, ¡Salta por la ventana!
Un tubérculo se deja germinar a sí mismo. Una novísima primavera brota de nuevo, cientos de veces, en cientos infinitos infiernos, y los llena de colores y dulzor. Un vapor acaramelado llena el cuarto. Aristóteles se caga de la risa.
Él vuelve a volar, el lápiz salta de alegría, la página se entrega por entera, ¡oh, resurrección!
Sí, Sí, Sí, el fuego, el agua, el aire, el mundo. El Alado ser fantástico y maravilloso se pierde entre las estrellas, contento de poder volver a volar.
Contento de poder volver a escribir.
…Alguien merodea por los resucitados pasillos de su Ópera.
Inti Målai Perdurabo
Palomitas de Maíz (Gershon Kingsley cover) - Visconti*Sforza
Contenta de que vuelvas a escribir :D
ResponderEliminarOh... que raro y delicioso es ver esto ahora. Ya son meses juntos y me encanta seguir sintiéndome tan feliz como desde que te conocí. Supe desde ese momento que serías alguien importante. Soy muy feliz por ser quien merodea en tu opera... por ser quien te acompaña en tu opera. Y también por ser quien espanta todo lo que allí no debe estar. Te amo
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