INTRODUCCIÓN
¿Quién relata las grandes historias? En toda gran epopeya, digna de ser contada, hay siempre un eterno espectador, un actor secundario que sigue en todo momento a su héroe, para recordar y más tarde poder comunicar e inmortalizar su labor; Este breve ensayo es un homenaje a quienes son, en la Guerra de las Galaxias, en el auge y caída del Caminante de las Estrellas, los pequeños espectadores que luego vendrán, a calidad de narradores, a contarnos la historia.
DE LOS ANDROIDES
Los Androides de George Lucas no respetan el canon común del robot de ciencia ficción; Lucas nos presenta un sirviente y un soldado, que es la calidad de todo autómata, sin embargo aquí la dicotomía hombre-máquina jamás se nos presenta. Es algo curioso de constatar que el androide de la Guerra de las Galaxias no sólo se acepta diferente al humano (o al wookie o al toidariano o a cualquier otra especie), sino que en muchas ocasiones parece disfrutar de aquellas diferencias. En un mundo lleno de razas y seres diferentes el androide encaja como uno más entre ellos.
Y sin embargo, existe el rango. Si analizamos con atención la forma en que se relacionan el resto de los actores de la sociedad con los androides, rápidamente nos daremos cuenta que en la metáfora espacial el androide es un esclavo. En SW:IV, cuando el tío Owen compra a C3-PO y a R2-D2 (¿Arturito?) la escena es una clásica compraventa de esclavos al estilo, digamos, tradicional (de hecho podría recordarnos la escena de “Gladiador” cuando al protagonista lo están vendiendo para las luchas).
En las naves de combate, tanto en la antigua república como en la flota de la rebelión, los pilotos van siempre acompañados de una unidad R2, a modo de asistente de vuelo. Esta figura tampoco es azarosa, si vamos a La Ilíada, por ejemplo, o simplemente a un libro de historia, descubriremos que en la Grecia arcaica e incluso en muchas otras culturas, y hasta muy tarde, el guerrero que iba en carro se hacía acompañar de un esclavo que llevaba las riendas y le facilitaba las armas.
Cuando Luke entra a la taberna en busca de un piloto de carga, el tabernero le dice que no sirve a los “de su clase”, refiriéndose a los androides, y lo increpa a que esperen afuera. Cuando entran al mismo puerto espacial unos soldados de asalto los hacen detenerse y al preguntar hace cuánto tiempo los llevan, Obi-Wan ingeniosamente los ofrece a la venta. Más tarde aún, cuando el Halcón Milenario hace su descenso de emergencia en la Ciudad de las Nubes, Lando Calrissian se muestra bastante indiferente, o al menos poco preocupado, al preguntar “¿problemas con el androide?”, como si se hubiera roto una lámpara. Luego, en el rescate de Han, los dos androides llegan a Java el Hutt como regalos de Luke.
De todos los androides –esclavos, que vemos en la Guerra de las Galaxias, la Unidad R2 es uno que llama poderosamente la atención. ¿Qué es una Unidad R2? Ateniéndonos al canon, la Unidad R2 es un dispositivo móvil capacitado principalmente para programar y leer computadoras (en las estaciones espaciales parecen haber tantos puertos de computador como tomacorrientes), almacenar información, llevar mensajes y hacer reparaciones pequeñas o realizar otras tareas sencillas (como acarrear cosas de poco volumen). Otro detalle importante es que la Unidad R2 posee un lenguaje de pitidos que no es inteligible para el común de los demás seres; sólo a veces, en los cazas por ejemplo, puede pasar pequeños mensajes por una pantalla a su piloto (como lo hacían los “radio” de los aviones de carga en los primeros tiempos de la aviación, porque no podían hablarse por encima del ruido del motor).
Esta primera incapacidad de la Unidad R2 hace que sea, en términos jerárquicos, todavía inferior a otros androides, los que “hablan”; C3-PO presenta siempre a R2-D2 como “su complemento”, es decir, una forma móvil de transportar aquellas funciones que él no posee (como hablar con una computadora, cosa que C3-PO, con sus seis millones de formas de comunicación, parece tener problemas para hacer). Cuando Anakin y Padme huyen a Naboo como refugiados (en SW:II) el androide que le sirve los refrescos (el snack viajero, por decirlo en cierto modo) lo trata con desprecio, al igual que el mayordomo (androide también) del Palacio de Java el Hutt, que lo pone a trabajar sirviendo tragos para que “aprenda a respetar”.
Contrastando todas estas evidencias ya nos parece cada vez más claro que la figura del androide representa a un esclavo; tienen dueños, se pueden comerciar, poseen funciones serviles y se “fabrican”, por lo que no tienen familia.
Sin embargo, todavía hay algo que debería llamarnos la atención: que en la Guerra de las Galaxias sí existe la esclavitud propiamente tal.
Cuando la nave de la Reina Amidala hace su descenso de emergencia en Tatooine, Qui-Gon baja con Padme para conseguir repuestos y ella se involucra por primera vez con ese mundo tan enajenado del suyo. Allí descubre que en ese planeta los humanos son esclavos de los toidarianos, suerte de insectos humanoides que pueblan Tatooine y que tienen a la cabeza de la escala alimenticia a las babosas o Hutts. Allí, comiendo con Shmi y su hijo, Padme hace un alcance crucial: “Las leyes de la república han abolido la esclavitud en la galaxia”.
…Y lo dice con total soltura, teniendo a R2 parada detrás de su asiento y esperándola.
Encuentro bastante importante esta escena porque nos dice otro poco del tipo de sociedad que se nos describe en la Galaxia. Recordemos un poco a las sociedades griegas; los atenienses, por ejemplo, se vanagloriaban de que en su ciudad habían conseguido el régimen más justo y libre: la Democracia. Y sin embargo, había esclavos en sus casas, pero, ¿por qué? Porque el esclavo no cuenta como ciudadano, quizás ni siquiera como hombre (Aristóteles hace el siguiente alcance: La entelequia del ser humano es la ciudad, porque el ser humano es por naturaleza un animal social. Por lo tanto, el bárbaro, que vive en los campos o en los caminos y no hace ciudades, no es humano, y por necesidad será más que humano, y semidiós, o menos que humano, y por lo tanto, es lícito esclavizarlo). Cuando el Español llegó a las Indias y se encontró con los aborígenes, los vio negritos y semidesnudos y mandó preguntar qué tipo de animal eran, o si acaso eran o no humanos. La Iglesia contestó que la Tierra entera es de Dios y que el Papa es el representante de Dios en la tierra, ergo las cosas que hay en la tierra le pertenecen a Dios, ergo le pertenecen al Papa, y que los hombres libres son aquellos que reconocen a Dios y a Jesús y al Papa, porque él les dio la libertad. En vista que estos negritos americanos no habían oído hablar nunca de Jesús ni del Papa, era “lícito” matarlos o esclavizarlos, pues a todas luces eran pecadores y paganos y eran propiedad del Papa. Cuando Darwin llegó a la Patagonia describió un tipo de ser que parecía un humano, pero como no parecía practicar religión alguna, este ateísmo natural lo relacionaba seguramente más con las bestias que con los hombres, así que los clasificó como animales y provocó su exterminio.
En la Galaxia muy, muy lejana parece ocurrir otro tanto con los Androides; son tan diferentes al ser común, tan artificiales, que ni siquiera cuentan dentro del censo de las especies vivas. Tienen personalidad y sentimientos, y queda ampliamente demostrado, incluso poseen una firme voluntad que a veces incluso contraría a sus amos y los lleva a mentir y a desobedecer (cosa que un robot normal Asimoviano no podría hacer), y demuestran, por usar la misma palabra que usa Luke, “devoción” hacia sus amos.
Así, vamos a ver que Lukas no sólo nos intenta educar en aspectos espirituales y místicos sino también en otros muy mundanos; los Androides, específicamente C3-PO y R2-D2, son personajes muy importantes en la historia, porque son los verdaderamente humanos. Anakin, Luke, Han Solo, Chewbacca u Obi-Wan son héroes mitológicos, semidioses, sus conquistas son gigantescas y metafóricas, en cambio las conquistas de los dos androides son humanas, totalmente cercanas a nosotros, los pequeños y simples mortales.
¿Cuáles son estas conquistas? En el caso de R2-D2, su libertad. En el caso de C3-PO, el valor, en todos sus sentidos.
R2-D2 aparece por primera vez en el canon reparando la nave de la reina Amidala; demuestra desde el principio un “talento” y un “valor” excepcionales, lo que le hacen merecedor de gratificaciones especiales. Más tarde, se convertirá en asistente de vuelo para la batalla de Naboo y cruzará su destino con Anakin, convirtiéndose en su paje y devoto servidor.
Testigo de todas las grandes batallas de las Guerras Clones, terminará en poder del capitán Antitis durante veinte años, hasta que por fin, la hija adoptiva del Senador Organa y natural de su primer amo, le encomendará la misión más importante de su vida; guardar y llevar a destino los planos robados de la Estrella de la Muerte.
La encomienda de esta misión es trascendente: Leia pone el futuro de la supervivencia de la rebelión en la memoria del androide, el mismo que recuerda toda la historia de la República (porque nunca, que sepamos, le borran la memoria), y se lo envía al asceta Obi-Wan. Leia en este acto muestra algo que ha heredado directamente de su padre: respeto por los androides.
Anakin nació esclavo y fue liberado para liberar y civilizar a la galaxia; este acto de humanidad profunda y desinteresada toca a todos los actores de la sociedad, y eso incluye, de forma totalmente excepcional, a los androides. Él construyó a C3-PO, y le toma cariño al hacerlo. Cuando conoce a R2 lo trata como un pupilo más que como un esclavo, incluso en una escena vemos que reprocha a Obi-Wan por retar al androide y le dice: “está aprendiendo”.
Anakin no ve diferencias entre el humano y el androide, o ve menos que las del común de su sociedad. Leia es el único personaje que más adelante mostrará un trato similar hacia estos autómatas.
Y Luke también, al igual que su padre, toma de paje y asistente de vuelo a la unidad R2. El hijo de Skywalker también adquiere esa familiaridad con el androide, le da su confianza, incluso más que a C3-PO, por eso planea con él y no con el intérprete el rescate de Han Solo. Desde un punto de vista meramente práctico y estratégico, es útil tener un cómplice que no puede hablar, porque no puede confesar en caso de ser atrapado…
El caso de C3-PO es un poco más interesante, porque parece más humano que el “barril rodante”, como despectivamente trata a su complemento. Construido como androide de protocolo, versado en más de seis millones de formas de comunicación, C3-PO es por decirlo menos intrascendente y hasta estorboso durante toda la primera trilogía, hasta que recién cobra importancia en SW:IV.
“Soy un simple intérprete, y no muy bueno para contar historias; no sé hacerlas interesantes”. El C3-PO de SW:IV es un sirviente pusilánime y aburrido. No es un androide muy leal, ni para con sus amos ni para con su complemento. Que él viaje en el Halcón Milenario y se inmiscuya en la guerra no es directamente importante para la causa, pero sí para él. Del cobarde sirviente que se mide en inteligencia (sin éxito) con R2, que lo mira en menos y lo presiona cuando es quien lleva los planos y puede reparar el hiperpropulsor del Halcón, muy poco quedará al final del viaje.
De esa figura casi cómica y “poca cosa”, al llegar a SW:VI vemos un C3-PO transformado; pero no ha conseguido su transformación entre sus amos. Su civilización posee una percepción del androide que nunca podrá cambiar: lo ve inferior por cultura, y C3-PO lo acepta. Pero cuando llega a la luna forestal Endor, C3-PO es recibido por los nativos como un ser completamente diferente; su cuerpo reluce como el sol, habla su idioma y “puede volar”. Para los nativos de Endor, C3-PO es un dios.
(Algo parecido, nuevamente, a lo que ocurrió en América, donde los conquistadores más intrépidos y los más avezados adelantados fueron en su mayoría ladrones y bandoleros de poca monta en España).
En compañía de sus pequeños amigos peludos C3-PO sufrirá una transformación. Estimulado por esta nueva percepción de sí mismo, sabrá superar su cobardía (cuando se ofrece a distraer a los soldados de asalto para dirigir la emboscada de los nativos), e incluso se volverá bueno para contar historias, cuando haga un resumen de la guerra ante los atentos oyentes.
La Guerra termina, el Emperador muere, Luke se hace Jedi; poco y nada afecta esto a C3-PO o su complemento. Ellos han luchado su propia batalla, a la par de los héroes, y la han ganado. Han hallado su lugar entre seres auténticamente vivos, primitivos, inocentes. Por eso pueden aparecer, finalmente, como los perfectos narradores de tan intrépida aventura; porque no le son menores en mérito.
Inti Målai Perdurabo
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Claves:
Canon
La Guerra de los Clones:
SW:I La Amenaza Fantasma
SW:II El Ataque de los Clones
SW:III La Venganza de los Sith
La Guerra de las Galaxias:
SW:IV Una Nueva Esperanza
SW:V El Imperio Contraataca
SW:VI El Retorno del Jedi
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La Guerra de los Clones:
SW:I La Amenaza Fantasma
SW:II El Ataque de los Clones
SW:III La Venganza de los Sith
La Guerra de las Galaxias:
SW:IV Una Nueva Esperanza
SW:V El Imperio Contraataca
SW:VI El Retorno del Jedi
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